V.2. La Eterna Juventud

La filosofía griega presocrática postula que la materia contiene diferentes proporciones de cuatro cosas básicas: agua, aire, fuego y tierra. Todo, absolutamente todo lo que nos rodea está compuesto por estos cuatro elementos, que mezclados en diferentes proporciones, crean las distintas sustancias conocidas.
Durante la Edad Media, un médico suizo, instruido en química y botánica, postuló sobre estas teorías, que mediante ciertas técnicas en las que se mezclaban ciencia, arte y religión, se podía conseguir la transmutación de una sustancia en otra. Paracelso dio a luz sin quererlo a la madre de la química gracias a todos los procedimientos de laboratorio que desarrolló (112).
Considerada una preciencia, la alquimia tuvo sus verdaderos orígenes en las culturas griega, árabe y egipcia. Su postulado era simple: "la materia es única y puede ser transmutada mediante cambios en las proporciones de sus componentes".
La mayoría de los alquimistas concentraron sus esfuerzos en desarrollar una fórmula que permitiera convertir cualquier metal en oro. Pero según Paracelso y algunos de sus discípulos, existía también una quinta esencia a la que llamaron piedra filosofal o panacea universal. Según la hipótesis, se trata de un polvo seco al que se le atribuyen propiedades como la curación de enfermedades y el rejuvenecimiento de las personas de edad media y avanzada.

"El elixir posee la virtud de ahuyentar el morbo, restaurar la juventud y prolongar la vida. Las enfermedades del cuerpo son análogas a las impurezas de los metales y la alquimia sirve para disipar ambas."

Tanto el proceso de obtención de oro, como la adjudicación de la vida eterna a través de la piedra filosofal, constaban de cuatro etapas: calcinación, putrefacción, oppositorum y coagulación filosófica. Según Joan-Eduardo Cirlot , estas cuatro etapas contienen una simbología resumible en el siguiente postulado: "analiza todo lo que eres, disuelve todo lo inferior que hay en ti, aunque te rompas al hacerlo; coagúlate luego con la fuerza adquirida en la operación anterior".
El proceso de adjudicación de la vida eterna implicaba la destrucción del individuo en su forma actual, para purificarlo, y luego reconstruirlo libre de impurezas, en un ser andrógino equilibrado y estable.

"Nuestra obra es la conversión y el cambio de un ser en otro ser, de una cosa en otra cosa, de la debilidad en fuerza, de la corporeidad en espiritualidad. Lo que no logró el ´ser dos en una sola carne´ (amor), lo alcanzará el ´ser dos en un solo espíritu´ (individuación)"

La concepción espiritual del denominado andrógino alquímico (113 y 114) se basaba en el perfecto equilibrio entre los cuatro elementos básicos, lo cual daba como resultado un ser completo y eterno, carente de sexualidad, que se proyectaba en un plano netamente espiritual.

"La vida deriva de la unión amorosa de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) quienes en estado separado terminan muriendo; mientras que unidos, y según el grado de perfección de la mezcla, producen formas de vida más o menos evolucionadas, del reino vegetal o animal."


La alquimia ya no existe. Todos sus practicantes han muerto, con lo cual han dejado la más irónica prueba del fracaso de sus investigaciones. Pero el hombre sigue existiendo, el "ser animado racional" de los diccionarios sigue reproduciéndose y perdurando de ese modo a través de los tiempos. Sigue también buscando respuestas a todas las preguntas con las que nació. En el fondo no le ha encontrado respuesta a ninguna aún, pero la búsqueda sigue.
Desde los primeros dioses de las culturas primitivas, nos sigue llegando el legado de las dudas sobre el más allá. El miedo a la muerte es una constante inevitable, presente en cierta forma mitológica aún en nuestros tiempos "racionales" y "cientificistas". Siempre ha habido una voluntad irrefrenable de retener la vida, aún después de la muerte (momificación, embalsamamiento). El avance de la medicina, por ejemplo, promete vidas cada vez más longevas.

"La muerte está actualmente administrada por la medicina; ella es su burocracia."

Y en esa burocracia, nos esforzamos aún más por retener el tiempo. La juventud es el valor del próximo siglo. Dietas, productos rejuvenecedores, planes de ejercicios, suplementos vitamínicos, cirugías estéticas; todo se mezcla en un gran cóctel que no está tan lejos de las viejas fórmulas de la alquimia medieval.